martes, 12 de febrero de 2008

EL CONDE NO ACEPTÓ UN CANJE

“El Conde de las rueditas” ha continuado su marcha durante el 2004, mientras buscaba por aquí y por allá los mejores objetos cerámicos. Llevaba junto a su patineta una suerte de sidecar con un maletín sólido, mullido por dentro, para que las piezas no se rompieran y llegaran a buen puerto, esto es, a la feria de navidad y fin de año. Todo el año pensó en la feria, pero hubo una vez –una mañana fría en Parque Rivadavia- en que le ofrecieron canjearle todo su botín, y dudó varias horas hasta negarse. Era un anciano coleccionista de filatelia y numismática que le confesó que quería abandonar su metié, y le proponía intercambiar jarras, platos, vasos y gatitos de doble horneada por viejos álbumes amarillos y ajados, con timbres y monedas de Europa Oriental, Asia y Oceanía. “El Conde de las rueditas” dio vueltas por el parque, con su habitual velocidad, consultó libreros amigos y hasta sucumbió a la desesperación de pedirle consejo al último de los skinhead que quedó allí, y todos le dijeron que no, que no aceptara, porque ambos botines, sin sus dueños originales, carecían de valor. El más claro fue un librero cuarentón, barba de varias días, que le ofreció comprarle las piezas de cerámica con tal de que no se las canjeara al anciano. “El Conde de las rueditas” le preguntó qué ganaba él comprándolas. Por lo menos sé que puedo devolvértelas, le dijo el librero, porque el viejo no lo hará nunca. Y así fue como “El Conde de las rueditas” continuó su marcha triunfal hasta estos días de diciembre, en que combinó día y hora con las chicas de la calle Riglos, y prometió traer todos los objetos que reunió para la gran feria. Yo siempre quise que los tengan quienes valoran su hechura, la paciencia y el trabajo que cada objeto trae consigo. Y no es que el anciano del parque las despreciara, reflexiona hoy “El Conde de las rueditas”, sino todo lo contrario. Lo que ocurre es que si se las llevaba él hubiesen quedado todas en una sola casa, y estas piezas necesitan esparcirse por toda la ciudad.

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